Una vez más se celebró en Segovia la llegada de Isabel I al trono de Castilla .
En la prensa (El Adelantado de Segovia, 22-09-08) se presenta como una lección de historia y en otros medios (El Norte de Castilla, 22-09-08) como “el retorno de la Reina a la ciudad que un día la alzó a la corona de Castilla”.
La realidad, hace quinientos y pico años (1474) parece que fue muy otra; sencillamente, un bien preparado golpe de estado para coronar a la hermanastra de Enrique IV, Isabel, luego la Católica, antes de que pudieran reaccionar los partidarios de Juana, la hija del monarca fallecido o fecho fallescer, y a quien, tanto el rey como su esposa, habían reconocido como heredera.
Fue un golpe de estado preparado y protagonizado por el hombre fuerte de Isabel en Segovia, Andrés de Cabrera, alcaide del Alcázar.
Los segovianos de a pie de aquella época, poco tuvieron que ver con la decisión de que Isabel fuera reina y, de hecho, tan sólo la mitad de los regidores de la ciudad asistieron a la coronación, que hoy se celebra tan pomposamente, en la que tampoco estuvo presente el obispo Arias Dávila, lo que, para la época, resulta sumamente extraño. Por cierto entre los nombres de los regidores de antaño que secundaron el golpe perpetrado por Cabrera encontramos homónimos de algunos de los organizadores del evento conmemorativo de hogaño.
Los actos que hoy, sesgadamente, rememoran el hecho de la coronación se han preparado durante diez o quince días; contrasta con la rapidez con que Cabrera y los suyos dispusieron todo para coronar a Isabel. El rey murió en Madrid en la madrugada del día 12 de diciembre de 1474 y, poco más de 24 horas después (la noticia de la muerte tuvo que recorrer a uña de caballo las 18 leguas que separan Madrid de Segovia) el día 13, se procede a la coronación, previa reunión del Concejo, levantamiento de estrado y la parafernalia propia del evento. Para algunos historiadores esta precipitación de Cabrera y los suyos en coronar a Isabel, se une a otros datos que hacen pensar en que ya tenían bien preparado el asunto antes de la muerte de Enrique IV, incluso, quizá que sabían de antemano cuando iba a morir el Trastamara. Lo cierto es que Cabrera sacó muy pronto provecho del apoyo a la Católica pues al poco tiempo le recompensó con títulos y posesiones, hurtadas éstas a la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia.
La conmemoración que se celebró en Segovia el pasado fin de semana, no es ni más ni menos que la conmemoración de un golpe de estado en el que poco o nada se le dejó decidir al pueblo llano.
Así que es una mala lección de historia pero sin duda ese día en Segovia se comió más cochinillo y más cordero que, quizá sea de lo que se trate, por eso un acontecimiento que ocurrió en diciembre se conmemora en septiembre; es época de más turismo.
En la prensa (El Adelantado de Segovia, 22-09-08) se presenta como una lección de historia y en otros medios (El Norte de Castilla, 22-09-08) como “el retorno de la Reina a la ciudad que un día la alzó a la corona de Castilla”.
La realidad, hace quinientos y pico años (1474) parece que fue muy otra; sencillamente, un bien preparado golpe de estado para coronar a la hermanastra de Enrique IV, Isabel, luego la Católica, antes de que pudieran reaccionar los partidarios de Juana, la hija del monarca fallecido o fecho fallescer, y a quien, tanto el rey como su esposa, habían reconocido como heredera.
Fue un golpe de estado preparado y protagonizado por el hombre fuerte de Isabel en Segovia, Andrés de Cabrera, alcaide del Alcázar.
Los segovianos de a pie de aquella época, poco tuvieron que ver con la decisión de que Isabel fuera reina y, de hecho, tan sólo la mitad de los regidores de la ciudad asistieron a la coronación, que hoy se celebra tan pomposamente, en la que tampoco estuvo presente el obispo Arias Dávila, lo que, para la época, resulta sumamente extraño. Por cierto entre los nombres de los regidores de antaño que secundaron el golpe perpetrado por Cabrera encontramos homónimos de algunos de los organizadores del evento conmemorativo de hogaño.
Los actos que hoy, sesgadamente, rememoran el hecho de la coronación se han preparado durante diez o quince días; contrasta con la rapidez con que Cabrera y los suyos dispusieron todo para coronar a Isabel. El rey murió en Madrid en la madrugada del día 12 de diciembre de 1474 y, poco más de 24 horas después (la noticia de la muerte tuvo que recorrer a uña de caballo las 18 leguas que separan Madrid de Segovia) el día 13, se procede a la coronación, previa reunión del Concejo, levantamiento de estrado y la parafernalia propia del evento. Para algunos historiadores esta precipitación de Cabrera y los suyos en coronar a Isabel, se une a otros datos que hacen pensar en que ya tenían bien preparado el asunto antes de la muerte de Enrique IV, incluso, quizá que sabían de antemano cuando iba a morir el Trastamara. Lo cierto es que Cabrera sacó muy pronto provecho del apoyo a la Católica pues al poco tiempo le recompensó con títulos y posesiones, hurtadas éstas a la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia.
La conmemoración que se celebró en Segovia el pasado fin de semana, no es ni más ni menos que la conmemoración de un golpe de estado en el que poco o nada se le dejó decidir al pueblo llano.
Así que es una mala lección de historia pero sin duda ese día en Segovia se comió más cochinillo y más cordero que, quizá sea de lo que se trate, por eso un acontecimiento que ocurrió en diciembre se conmemora en septiembre; es época de más turismo.
Este tipo de actos tienen un tufo chovinista segoviano que marea.
Post scriptum: No veas, perspicaz lector o avisada lectora, en estas líneas reivindicación alguna hacia un monarca u otro. Creo firmemente que los únicos reyes que son de alguna utilidad para el pueblo llano son el de oros, el de copas, el de espadas y el de bastos por aquello de echar un mus de vez en cuando.
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