Uno, en su ingenuidad, se alegraba de que el negro de las placas solares, sustituyera en nuestros vetustos campos al dorado de los trigos o al verde del regadío, por cierto, conseguido éste con el agua que nos falta.Por fin podríamos despegarnos de la dependencia energética externa; al sol del que tanto ha presumido la España de charanga y pandereta le íbamos a sacar un provecho más allá de tostar los lomos de los veraneantes.
Las instalaciones de placas fotovoltaicas se beneficiaban de subvenciones de la administración que era, además, quien tenía que conceder la licencia para su funcionamiento.
Hete aquí, que quienes disfrutaban o disfrutan todavía de cargos en la administración de la Junta de Castilla y León, y eran los que tenían que intervenir en la adjudicación de las concesiones, aparecen como los beneficiados, directa o indirectamente, de éstas.
O sea que, detrás de los huertos solares, se escondían los hortelanos "peperos" que recolectaban sus propias hortalizas con las que adobar sus ya pingües sueldos oficiales.
¡Ay, qué cruz! Cuándo terminaremos con este ganado, atajador del erario público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario