domingo, 24 de noviembre de 2013

LA REFORMA DEL CÓDIGO PENAL NOS DEJA ESTE FUTURO CADA VEZ MÁS CERCA

Contra la protesta social por la actual crisis-estafa, el gobierno del PP, en lugar de buscar soluciones, tan solo aumenta la represión. Son infinidad de multas las que van cayendo sobre quienes a penas si han dado un par de voces de protesta ante un edificio público o en presencia de alguna autoridad gubernamental. La reforma del código penal endurece de forma desproporcionada el castigo de acciones que solo son manifestaciones de la libertad de expresión.
La cuestión es criminalizar la disidencia, atemorizar, que la gente tenga miedo a salir a la calle, un miedo intenso que no es ni más ni menos que la definición que el diccionario de la RAE da  al terror. Naturalmente, a quien provoca ese terror, ese miedo intenso, podemos con toda precisión llamarle terrorista.
Sobre estas líneas, se puede ver una viñeta montada con unos fotogramas de la película «Soylent green»; en castellano la titularon: «Cuando el destino nos alcance».
Según la cinta, ese sistema de represión de una manifestación está a la vuelta de la esquina. La película de 1973, sitúa la acción en el año 2022. Si no lo impedimos a tiempo. puede que alguno lleguéis a conocerlo.
Ver secuencia de «Soylent green»

jueves, 28 de febrero de 2013

¡QUE LA PAGUEN ELLOS!

Ya en este blog me referí al apaño del anterior alcalde de La Granja, Félix Montes, y el actual, José Luis Vázquez, con relación al encargo verbal que habían hecho a un artista para que esculpiera una estatua ecuestre de tamaño natural, de Carlos III, para que luciera a la entrada del Real Sitio (en invierno «la granjilla») ad maiorem gloriam de los ufanos ediles.
El escultor creyó que la cosa iba en serio, hizo la escultura y hete aquí que cuando pasó la factura, D. José Luis, el alcalde actual, le dijo que verdes las han segado, que si no les conocía de sobra como para no fiarse de su palabra... y no pagó el encargo.
Ahora el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, ha dicho que sí, que se la tienen que pagar, que los contratos verbales son tan válidos como los escritos y que el Ayuntamiento del Real Sitio de San Ildefonso (en invierno «la granjilla») tiene que abonar al escultor 154.800 euros por el encargo más costas y gastos. Es decir que los ciudadanos y ciudadanas granjeños tienen que poner unos 30 euros cada uno (incluidos soldados sin graduación, niños y ancianos)  para pagar el capricho de sus alcaldes.
Qué lástima que los jueces se queden a mitad de la jugada. Lo justo sería que, si ha sido a don Félix y a don José Luis a quienes se les ha ido la fuerza por la boca, fueran ellos los que se tuvieran que rascar sus bolsillos y hacerse cargo de la bravuconada. De no ser así, la condena no cumple una de sus funciones que es la de ejemplarizar: con pólvora ajena cualquiera tira un cohete.
El alcalde, posteriormente, ha dicho que ningún problema para las arcas municipales, que la escultura la paga la empresa LARCOVI adjudicataria del plan urbanístico de la Puerta de la Reina. La cosa suena a milonga y, en todo caso, debería aclara el regidor, en este enmarañado mundo de constructoras, inmobiliarias, corruptelas y «te doy a ti para llevarme yo», cuáles son las razones de la generosidad de tal empresa; de no hacerlo, la cosa huele a. chamusquina.
No sé si la oposición en el consistorio granjeño, ha tomado alguna iniciativa para pedir las oportunas responsabilidades; si no lo hacen es justificado pensar que estaban todos en el ajo.
Ver aquí la noticia en la prensa local 1 y 2»


martes, 12 de febrero de 2013

DINERO NEGRO EN LA HOSTELERÍA

En ciudades como Segovia, con un sector hostelero de importancia, la noticia de que el vicepresidente de la CEOE, Arturo Fernández, paga en negro a sus trabajadores, no provoca más allá de una sonrisa mientras se masculla: «vaya novedad».
Estoy seguro, conozco alguno, que no todos los empresarios hosteleros segovianos pagan las «extras» (incluso salarios normales) a sus camareros con dinero negro, pero es una práctica que se considera habitual.
Se producen pocas denuncias pues quien se atreve a presentarla, dada la demanda de empleo que existe, se arriesga a no volver a trabajar en el sector.
La Inspección de Trabajo algo hace pero hay mil y una triquiñuela para burlarla.
No queda más remedio que aumentar el control y eso pasa por presencia del inspector, en bodas y banquetes, en las cenas con motivo de vacaciones, los fines de semana, etc. y, claro está, sin previo aviso.
Otra idea: cuando sepamos de algún acto de este tipo no estaría mal aparecer a la puerta del establecimiento en cuestión para informar a los posibles clientes.