viernes, 31 de octubre de 2008

¡VAYA DESCUBRIMIENTO! LA REINA ES DE DERECHAS


Se nos dice cuando llegan las elecciones generales o de otra índole que la familia real no va a votar, se abstiene, por no comprometerse, ni siquiera con su secreto voto, con ninguna de las fuerzas políticas en liza y, así, mantener su independencia con relación al poder político.
Pues nada, la reina en la entrevista que da origen al libro de Pilar Urbano, “La reina muy de cerca”, ha jodido con las patas de atrás (vulgaris linguae) toda esa justificación del abstencionismo de la realeza. (Público. 31-10-08).
Señora reina, puede ejercer su derecho al voto tranquilamente; tras sus palabras ya podemos deducir sin arriesgarnos a errar que su sufragio irá para la derechona: matrimonios homosexuales, no; aborto tampoco; religión en la escuela, sí; y el maltrato doméstico en secreto se lleva mejor; creacionismo frente a ciencia; etc.
Quede constancia que me parece muy bien que esta señora opine y que opine lo que quiera; la libertad de expresión no tiene por qué estar limitada para nadie pero… basta ya de hipocresía.
El desmentido de la Casa Real a las declaraciones referidas por Pilar Urbano, tampoco tiene desperdicio. Las califica de “supuestas afirmaciones” para añadir a continuación “que se han hecho en el ámbito privado”. A ver, que nos aclaremos: ¿son supuestas o se han hecho?
Dice además, para agudizar la contradicción, “que no corresponden con exactitud a las opiniones vertidas por SM la Reina”.
El lío es morrocotudo: sólo se supone que las declaraciones se han hecho, se afirma a continuación que sí, que se han hecho pero en el ámbito privado (con la intención de que no se enterara nadie, claro) para luego calificarlas de inexactas.
Me recuerda esto un antiguo chiste en el que se contaba que preguntado Jesús de Nazaret (Jesucristo, para entendernos) por sus apóstoles: “¿Señor, quién eres?” él respondía: “Yo soy el que soy”. Finalizaba el chiste con una exclamación de los doce: “¡Señor, si te seguimos es por lo bien que te explicas!”. Algo así habría que decir a la Casa Real por el galimatías de su desmentido.
Para salir de dudas bastaría con que esta señora, Sofía de Grecia, dijera públicamente lo que realmente opina sobre los asuntos que han originado esta danza de dimes y diretes.
Bueno, que lo diga si quiere decirlo, al fin y al cabo a mí, supongo que a otros muchos también, me importa un bledo la opinión del personaje en cuestión aunque sí me molesta un poco que, su Casa, me tome por tonto; al fin y al cabo yo soy uno de los que pagamos la sopa boba de su real persona.
Tiene una ventaja este lance. Quizá los medios de comunicación tomen nota y den por finiquitado el pacto de silencio que parece tienen hecho para no criticar a los monarcas y su familia.
Dudo que aprovechen la ocasión.
Una reacción curiosa ha sido la del partido del gobierno, que se dice de izquierdas y democrático, que ha mandado guardar silencio a sus militantes sobre lo que dice la reina (El País, 31-10-08) Los jefes del PSOE en cuestiones de monarquía, religión, zarandajas que nos colaron en la Constitución del 78, se comporta como unos tiralevitas de tres al cuarto.

1 comentario:

Velda Rae dijo...

Has apuntado dos cosas que son lo primero que pensé cuando saltó esta polémica: 1. ¿Y qué otra cosa esperaban que opinara la Reina? ¿Que estuviera a favor del matrimonio homosexual, de la adopción por parte de parejas del mismo sexo? ¡Por Dios, si hubiera dicho eso, me habría replanteado mi republicanismo (bueno, no, pero le hubiea concedido el beneficio de la duda a D. Sofía)Y 2. ¿A quién coño le importa lo que opine la familia real? Una última cosa que pensé, como periodista que soy, es que matar al mensajero es fácil y cómodo, pero no cuela. Nadie puede tragarse que Pilar Urbano (que será muchas cosas, pero no tonta)haya publicado ese libro sin contar previamente con todos los parabienes de la Casa Real. Pero alguien metió la pata, no supo prever la que se iba a organizar y se lió. Y no se les ocurrió otra chorrada. Pais...