Aunque muchos ya están convencidos, estamos convencidos, de que el presidente de la Generalitat Valençia, Francisco Camps, se benefició de su cargo y relaciones y, en concreto, admitió el regalo de unos trajes por importe de cerca de 6.000 euros, y de que esto es un cohecho, seguiremos calificándole de presunto delincuente por aquello de guardar las formas hasta que se le juzgue si es que se le juzga.
La táctica del preboste para zafarse del caso “Gürtel” no ha podido ser más tosca y errática.
Primero lo niega y entra en la etapa de “convencer” al sastre de que no siga por ese camino. Ante la evidencia, lo embarulla para que aparezca como un detalle de un buen amiguete.
Luego sale la Barberá a la palestra con las latas de anchoas de Cantabria, con la intención de minimizar el cohecho y de que se hable de otros políticos y, nada menos, que de Zapatero.
Lo más gracioso, si no fuera por lo vergonzoso del asunto, es que las gentes de PP han llegado a pedir que se quite el cohecho del Código Penal; o sea que barra libre para los corruptos.
Se añade al culebrón el pequeño detalle de que Camps tiene un amigo que casualmente es el presidente del TSJCV. Incluso se comenta en Génova que la presión que se está ejerciendo en la justicia es de una magnitud desconocida. A estas alturas, Camps quema los últimos cartuchos (Público, 12-07-2009).
Los del PP andan preocupadillo pero Rajoy no quiere ni oír hablar del asunto. ¿Por dónde los tendrá agarrados el mandamás valenciano?
He intentado encontrar un amigo que admitiera cruzar una apuesta manteniendo por mi parte que, al final, el Camps se librará con la oportuna cabildada; no he encontrado quien sostuviera lo contrario para que cubriera mi apuesta. Lástima, perderla me llenaría de satisfacción.
Si fuera el caso de un chaval que para pasar el mono arrampla con unos trajes para venderlos y sacar lo justo para superar el efecto patológico de su adición, seguro que ya estaba en la cárcel.
Es lo que tiene la justicia, que es igual para todos.
La táctica del preboste para zafarse del caso “Gürtel” no ha podido ser más tosca y errática.
Primero lo niega y entra en la etapa de “convencer” al sastre de que no siga por ese camino. Ante la evidencia, lo embarulla para que aparezca como un detalle de un buen amiguete.
Luego sale la Barberá a la palestra con las latas de anchoas de Cantabria, con la intención de minimizar el cohecho y de que se hable de otros políticos y, nada menos, que de Zapatero.
Lo más gracioso, si no fuera por lo vergonzoso del asunto, es que las gentes de PP han llegado a pedir que se quite el cohecho del Código Penal; o sea que barra libre para los corruptos.
Se añade al culebrón el pequeño detalle de que Camps tiene un amigo que casualmente es el presidente del TSJCV. Incluso se comenta en Génova que la presión que se está ejerciendo en la justicia es de una magnitud desconocida. A estas alturas, Camps quema los últimos cartuchos (Público, 12-07-2009).
Los del PP andan preocupadillo pero Rajoy no quiere ni oír hablar del asunto. ¿Por dónde los tendrá agarrados el mandamás valenciano?
He intentado encontrar un amigo que admitiera cruzar una apuesta manteniendo por mi parte que, al final, el Camps se librará con la oportuna cabildada; no he encontrado quien sostuviera lo contrario para que cubriera mi apuesta. Lástima, perderla me llenaría de satisfacción.
Si fuera el caso de un chaval que para pasar el mono arrampla con unos trajes para venderlos y sacar lo justo para superar el efecto patológico de su adición, seguro que ya estaba en la cárcel.
Es lo que tiene la justicia, que es igual para todos.
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