El curso de pintores pensionados que organiza la Academia de Historia y Arte de San Quirce, recogió en 1950 la iniciativa que más de cien años antes había puesto en marcha la Cátedra de Paisaje de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Desde el 50, una treintena de pintores, recién acabadas sus licenciaturas en las distintas escuelas de bellas artes del país, pasan unos días, en verano, en nuestra ciudad y dejan constancia en sus obras de la interpretación que les merece el paisaje segoviano. Son muchos los artistas, hoy consagrados, que pasaron por los cursos y, al menos una vez, pintaron Segovia.
Una actividad cultural relevante que está a punto de irse al traste, a pesar del enorme esfuerzo de sus mentores, debido a la languidez de las instituciones públicas que la patrocinan (Junta, Ayuntamiento y Diputación) a las que año a año los organizadores tienen que arrancar subvenciones escasas y que llegan tarde mal y nunca.
Debido a que aún no se han terminado las obras en el palacio de Quintanar, sede oficial de los cursos, la presente convocatoria todavía no cuenta con ubicación para albergar a los pensionados ya que la Junta de Castilla y León ha decidido negar la utilización de la Residencia Emperador Teodosio que, el pasado curso, sustituyó al Quintanar mientras duraba la obra.
La actividad de los pintores pensionados, aunque podemos verlos apostados en nuestras calles con sus bártulos, no trae la algarabía, ni llena los restaurantes y hoteles (al menos en tiempo próximo) ni se presta bien para que los políticos la manejen en su enjuto electoralismo.
En una provincia donde se presume en demasía de su vocación como referente cultural (y, con frecuencia, se gastan superfluamente euros y euros para intentar acreditarlo) no se puede consentir que el desinterés político acabe con más de siglo y medio de los prestigiados cursos de pintores.
La actividad de los pintores pensionados, aunque podemos verlos apostados en nuestras calles con sus bártulos, no trae la algarabía, ni llena los restaurantes y hoteles (al menos en tiempo próximo) ni se presta bien para que los políticos la manejen en su enjuto electoralismo.
En una provincia donde se presume en demasía de su vocación como referente cultural (y, con frecuencia, se gastan superfluamente euros y euros para intentar acreditarlo) no se puede consentir que el desinterés político acabe con más de siglo y medio de los prestigiados cursos de pintores.
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