Mohamed VI se ha sentido magnánimo e inmensamente democrático y ha consentido que dos periodistas españoles, uno de El Mundo y otro de El País, viajen a El Aiiún para que informen de lo bien que lo ha hecho desmantelando el Campamento de la Dignidad.
Sin embargo en el último moento se arrepintió y ha impedido o al menos retrasado la entrada de los informadores; al parecer aún no le había dado tiempo a esconder debajo de la alfombra la violación de los derechos humanos.
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