miércoles, 16 de junio de 2010

REAL ARDOR DE ESTÓMAGO



En Segovia, con repercusión estatal y, seguramente causa abierta en la Audiencia Nacional se ha montado un guirigay de cuidado con un CD editado por el Ayuntamiento de la capital con canciones de gente joven de por estos predios. «Una historia real» es la canción de marras que ha provocado nada menos que el cese de un concejal y de dos técnicos del Ayuntamiento  de Segovia, en la que, supuestamente, se insulta a Juan Carlos, el de La Zarzuela (palacio, no opereta).
Por cierto, si usted busca la palabra «hijoputa» (es lo que se dice en el disco) en el diccionario de la RAE, no la encontrará; sí aparece "hijo de puta" que los académicos califican de insulto con el significado de "mala persona".
La verdad es que, si no se pone en cuestión todo lo demás que se pregunta en la canción, y parece que esto no les importa a los comentaristas y políticos reaccionarios y timoratos, lo lógico es que los autores no duden en llamar, con heterodoxos modales, a quien atribuyen la autoría de los hechos que se describen, mala persona; opinión que puede o no compartirse, claro está..
El más osado de los comentarios periodísticos que he leído es, sin duda, el editorial de El Adelantado del martes, 15 de junio que, con entrada en el faldón de la primera, como tema de importancia, critica a los «Ardor Destomago», autores de la copla, por proferir insultos pero, curiosamente, lo hace con un rosario de ídem; la libertad de expresión parece que existe según para quién. Y, además, con una apreciación xenófoba pues mantiene que el CD editado por el Ayuntamiento era para recoger canciones de músicos segovianos y los del citado grupo, según el editorialista, son vascos y astures. ¡Qué oprobio! Por eso, por eso pasa lo que pasa; no tienen la hidalguía de los nobles linajes (pelajes, dice mi amigo Ángel) de los hijos de estas tierras. Ahora resulta que quien estudia, trabaja, vive y padece en Segovia, no es segoviano. Me asaltaría una duda existencial, si no fuera porque, en estas circunstancias, las patrias y los patriotas me importan tres narices: mi abuelo era de Burgos ¿seré yo segoviano?
El Adelantado también nos recuerda que el Código Penal en su artículo 490.3 establece que el que "calumniare o injuriare al Rey o a cualquiera de sus ascendientes o descendientes (…) será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años si la calumnia o injuria fueran graves, y con la de multa de seis a doce meses si no lo son". ¿Hasta dónde ascendemos en la parentela  regia? Porque, quizás, haya que pedir responsabilidades al Director de la Biblioteca Nacional por coleccionar y permitir la publicación de los dibujos de los hermanos Bécquer que ponían de vuelta y media a la tatarabuela de Juan Carlos, Isabel II.
En fin, todo un poema; si no la letra de la canción que no va sobrada de literatura, aunque tiene su gracias a pesar de haber caído en desgracia, sí la reacción de los políticos retrógrados, apaniaguados y tiralevitas que nos toca soportar.
Las dimisiones que se comentan más arriba le han parecido poco al PP que aprovecha para dar caña al grupo del PSOE que gobierna el Ayuntamiento de Segovia y exige que el Concejal de Juventud entregue su acta electoral. Curiosamente, coincide  con esta exigencia IU que también pide que el Concejal de Juventud se marche a casa. ¡Vivir para ver!
Soy más partidario de una mediocre ironía que de un insulto, resulte acertado o no (aunque este último, casi siempre, se entiende mejor) pero montar la que se ha montado por llamar, tras argumentar las razones, "mala persona" al señor de La Zarzuela, me parece una pasada.
Alguien me dirá que también le llaman bastardo; volviendo al diccionario, bastardo es el que degenera de su origen o naturaleza; es decir, que la palabreja tan sólo expresa una opinión.
En todo caso, si tomamos ad pedem litterae las palabras hijo de puta, aunque sean apocopadas en la más breve «hijoputa», quizá las que han de sentirse ofendidas son las mujeres que se dedican a este trabajo que por no tener derechos, ni siquiera tienen el de que su profesión se nombre con respeto.

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