En Segovia, con
repercusión estatal y, seguramente causa abierta en la Audiencia Nacional se ha
montado un guirigay de cuidado con un CD editado por el Ayuntamiento de la
capital con canciones de gente joven de por estos predios. «Una historia
real» es la canción de marras que ha provocado nada menos que el cese de un concejal y de dos técnicos del Ayuntamiento de Segovia, en la que, supuestamente, se
insulta a Juan Carlos, el de La Zarzuela (palacio, no opereta).
Por cierto, si
usted busca la palabra «hijoputa» (es lo que se dice en el disco) en el
diccionario de la RAE, no la encontrará; sí aparece "hijo de puta"
que los académicos califican de insulto con el significado de "mala
persona".
La verdad es
que, si no se pone en cuestión todo lo demás que se pregunta en la
canción, y parece que esto no les importa a los comentaristas y políticos
reaccionarios y timoratos, lo lógico es que los autores no duden en llamar, con heterodoxos modales, a
quien atribuyen la autoría de los hechos que se describen, mala
persona; opinión que puede o no compartirse, claro está..
El más osado de
los comentarios periodísticos que he leído es, sin duda, el editorial de El Adelantado
del martes, 15 de junio que, con entrada en el faldón de la primera, como tema
de importancia, critica a los «Ardor Destomago», autores de la copla, por
proferir insultos pero, curiosamente, lo hace con un rosario de ídem; la
libertad de expresión parece que existe según para quién. Y, además, con una
apreciación xenófoba pues mantiene que el CD editado por el Ayuntamiento era
para recoger canciones de músicos segovianos y los del citado grupo, según el
editorialista, son vascos y astures. ¡Qué oprobio! Por eso, por eso pasa
lo que pasa; no tienen la hidalguía de los nobles linajes (pelajes, dice mi
amigo Ángel) de los hijos de estas tierras. Ahora resulta que quien estudia,
trabaja, vive y padece en Segovia, no es segoviano. Me asaltaría una duda
existencial, si no fuera porque, en estas circunstancias, las patrias y los patriotas
me importan tres narices: mi abuelo era de Burgos ¿seré yo segoviano?
El Adelantado
también nos recuerda que el Código Penal en su artículo 490.3 establece que el
que "calumniare o injuriare al Rey o a cualquiera de sus ascendientes o
descendientes (…) será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos
años si la calumnia o injuria fueran graves, y con la de multa de seis a doce
meses si no lo son". ¿Hasta dónde ascendemos en la parentela regia?
Porque, quizás, haya que pedir responsabilidades al Director de la Biblioteca
Nacional por coleccionar y permitir la publicación de los dibujos
de los hermanos Bécquer que ponían de vuelta y media a la tatarabuela de Juan
Carlos, Isabel II.
En fin, todo un
poema; si no la letra de la canción que no va sobrada de literatura, aunque
tiene su gracias a pesar de haber caído en desgracia, sí la reacción de los
políticos retrógrados, apaniaguados y tiralevitas que nos toca soportar.
Las dimisiones
que se comentan más arriba le han parecido poco al PP que aprovecha para dar caña al
grupo del PSOE que gobierna el Ayuntamiento de Segovia y exige que el Concejal
de Juventud entregue su acta electoral. Curiosamente, coincide con esta exigencia IU que también pide que
el Concejal de Juventud se marche a casa. ¡Vivir para ver!
Soy más partidario de una
mediocre ironía que de un insulto, resulte acertado o no (aunque este último, casi
siempre, se entiende mejor) pero montar la que se ha montado por llamar, tras
argumentar las razones, "mala persona" al señor de La Zarzuela,
me parece una pasada.
Alguien me dirá
que también le llaman bastardo; volviendo al diccionario, bastardo es el que
degenera de su origen o naturaleza; es decir, que la palabreja tan sólo expresa
una opinión.
En todo caso, si tomamos ad pedem litterae las
palabras hijo de puta, aunque sean apocopadas en la más breve «hijoputa», quizá
las que han de sentirse ofendidas son las mujeres que se dedican a este trabajo
que por no tener derechos, ni siquiera tienen el de que su profesión se
nombre con respeto.
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