Finalmente, el país que, si hiciéramos caso a las soflamas de sus mandamases, es adalid de los derechos humanos, bitácora que guarda la aguja que marca el rumbo de la libertad en el mundo, ha matado al preso Tory Davis en cumplimiento de una sentencia sobre la que caben dudas razonables de que se haya dictado con las garantías necesarias.
En realidad lo único que se ha conseguido es matar a un hombre aunque el fiscal general de Georgia, Sam Olens, lo justifique con esta inquietante frase: “Se ha hecho justicia para los familiares del oficial MacPhail”.
La justicia no se hace para una familia, se hace para toda la sociedad por lo que, en realidad, las palabras del fiscal esconden un significado mucho menos justo: la inyección letal que acabó con Davis, ha consumado, sencilla y llanamente, una venganza.
Suelo colgar en este blog alguna viñeta crítica que, a pesar del, a veces, trágico contenido de fondo, pretende arrancar la sonrisa de quien la lee. En esta ocasión no he sido capaz.
Queden mis condolencias a los allegados de Tory y mi más contundente repulsa a la pena capital, sean o no los reos culpables del delito que motiva tal abominable castigo; se haga con métodos calificados de piadosos, cuyos efectos fatales contemplan con vengativo regocijo los familiares de la víctima; se ejecute con el tiro en la nuca justificado por razones ideológico-políticas; se infrinja con sofisticadas operaciones de guerra que sus responsables siguen delante de un monitor, en macabro directo, y por cuya heroicidad reciben parabienes de los dirigentes internacionales que les rinden pleitesía; se mate a una persona por/con...
No a la pena de muerte, la ejecuten estados legítimos y demoraticos o individuos iluminados.
No a la violencia.
En realidad lo único que se ha conseguido es matar a un hombre aunque el fiscal general de Georgia, Sam Olens, lo justifique con esta inquietante frase: “Se ha hecho justicia para los familiares del oficial MacPhail”.
La justicia no se hace para una familia, se hace para toda la sociedad por lo que, en realidad, las palabras del fiscal esconden un significado mucho menos justo: la inyección letal que acabó con Davis, ha consumado, sencilla y llanamente, una venganza.
Suelo colgar en este blog alguna viñeta crítica que, a pesar del, a veces, trágico contenido de fondo, pretende arrancar la sonrisa de quien la lee. En esta ocasión no he sido capaz.
Queden mis condolencias a los allegados de Tory y mi más contundente repulsa a la pena capital, sean o no los reos culpables del delito que motiva tal abominable castigo; se haga con métodos calificados de piadosos, cuyos efectos fatales contemplan con vengativo regocijo los familiares de la víctima; se ejecute con el tiro en la nuca justificado por razones ideológico-políticas; se infrinja con sofisticadas operaciones de guerra que sus responsables siguen delante de un monitor, en macabro directo, y por cuya heroicidad reciben parabienes de los dirigentes internacionales que les rinden pleitesía; se mate a una persona por/con...
No a la pena de muerte, la ejecuten estados legítimos y demoraticos o individuos iluminados.
No a la violencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario