sábado, 29 de agosto de 2009

ROMANCE DE LA CONSEJERA ENCINTA

Doña Silvia, la Clemente,
ha quedado embarazada.
Aunque lo hubiera querido,
y así gravidez no hallara,
no pudo tomar la píldora
del día tras la coitada,
pues la botica de guardia
era de las que objetaban.

Es por tanto que, a lo hecho,
como el refrán bien rezara,
habrá que arrimar el pecho
junto con quien ayuntara.

Este bebé, bajo el brazo,
no vendrá con una hogaza,
traerá por cientos, por miles,
grandes sacos de patatas.

Por más que no se comulgue
con la Consejera al alza,
no elige quien nace, hacerlo
en aquesta u otra casa.

¡Nueva vida traen al mundo!
Parabienes… alabanzas.
¡Que después de horita corta,
venga con bien la crianza!

“Cuando lo que nazca, crezca,
-dice Silvia- en el mañana,
en la escuela objetará
a Educación Ciudadana,
no le vayan a enseñar
sobre el amor cosas raras
y que la familia no es
una, por siempre y sagrada”.

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